miércoles, 26 de junio de 2013

Perdona que tarde tanto...


Estado: Huyendo
Huir: apartarse, correr, escapar, zafar, esconderse, excusarse, rehuir, evitar, liberárse, esquivarse, burlar, eludir, evaporarse, esfumarse, YO,  desvanecerse, desaparecer, irse, largarse,  escabullir, escurrirse, volar, volatilizarse, evaporarse, deprisa, con mucha prisa, así como si de nada y todo se tratase...


La desilusión, la ruptura, el desencanto, el balde de agua helada, el "esto no está pasando" de muchos, tuyo , mío, de todos. Cuando te declaras vencido, cuando te ha derrotado el "enemigo", cuando vas sintiendo poco a poco cómo "algo" te va presionando el pecho y te vas asfixiando y en la desesperación comienzas a tratar de expulsarlo, de arrancarlo, sacarlo de tu pecho con todas o las pocas fuerzas que te quedan... pero es inútil, ¡no sale!, se encarna y se encarga de invadir todo tu cuerpo, cada uno de tus poros, y cada uno de esos poros trae consigo un recuerdo que desangra hasta el alma. Entonces, das vueltas sobre tu propio eje, te preguntas el por qué, el cómo, el cuándo llegaste hasta ahí. Te rindes entre el silencio de las cuatro paredes que te ven hacerte pequeño y esas cuatro paredes observan la capacidad que tiene tu cuerpo de almacenar lágrimas, esas mismas lágrimas que  arden cada vez que resbalan y tú resbalas junto a ellas hasta el fondo, como una caída delicada hacia el fondo, hasta el fondo, ya no pesa tu cuerpo, simplemente vas aproximándote al fondo, te dejas caer, te encuentras ahí y allí te quedas hasta sumergirte en un sueño profundo, muy profundo... has tocado fondo.

Darse por vencido, volteas hacia el cielo como en la búsqueda de una respuesta divina, te sientes solo, y parece que dura toda una vida.

Su recuerdo me estaba destrozando, me pulverizaba el corazón y la visión, todo dolía todo el tiempo. No existe en la línea del tiempo un momento exacto para decir ¡hasta aquí! y concluir el "novenario" , solo sé que existe. Poner un alto, no significa que dejarás de sufrir en un pestañeo sino que intentarás por cualquier número de medios en existencia (y si no están en existencia crearlos) disminuir el dolor, poco a poco, paso a paso; si de algo estoy segura es que jamás se arrancará de tajo. 

Subir desde ese fondo no es fácil, no hay una fórmula, ni un manual porque la subida es diferente según el sujeto en cuestión que se encuentre escalando; para mí ha sido lo más complicado, incluso más doloroso pero es un dolor diferente, extraño. Te encuentras con laberintos, te pierdes, subes más rápido, vuelves a caer un tramo pero nunca es igual a retroceder. En ese camino encuentras manos, pilares de apoyo o enredaderas, espejismos, engaños, remolinos, corres, caminas, aceleras, te vuelves a perder, lloras, gritas, maldices, contradices, ríes a carcajadas, volteas la mirada, descansas, te paras, pides ayuda, engordas, adelgazas, te vas, te quedas, te evaporas, peleas, rezas, te conviertes en ateo, eres religioso, te da insomnio, duermes demasiado, te cambias el peinado...

Alguna vez escuché que con el paso del tiempo, a través de la magia del empirismo, te vuelves más cauteloso, intuitivo, observador. También sé que te llenas de miedo y  tienes miedo porque entre más vas avanzando en el sendero de la vida,  todo se vuelve más real y cada golpe duele más y es como si el corazón se fuera enfermando de osteoporosis y hace que el proceso de levantarte, subir esa cuesta, de recuperarte sea más doloroso que el golpe o la caída, también hace que en dicho proceso, en ese "novenario" que le regalas a tu pasado te vas haciendo de una armadura.

¿qué pasa cuando emprender la retirada, ante la señal de peligro inminente se vuelve automática, cuando la inercia corporal te obliga a dar media vuelta; incluso cuando lo que debería comúnmente hacerte sentir dentro de una zona de seguridad te produce todo lo contrario?.

A veces te sitúas en lo que  llamo "el retiro espiritual", con esa sensación de haberte salido de la corriente, observando desde otra perspectiva cómo todo lo demás se mueve y avanza, un tiempo fuera, un  stand by emocional, levitando, curando, sanando, reciclando, renaciendo, sembrando, cerrando, abriendo. Pero cuidado, porque entre el miedo te vuelves "escapista", huyes tan de prisa y  estás tan alerta que la armadura que traes puesta te protege hasta de lo que debería dejar entrar y comienzas a cerrar puertas por miedo a empezar de cero y colocas en piloto automático el corazón. 

Tú y yo ya no estamos hechos de cristal, estamos hechos de retazos deslavados, descocidos, rehilvanados, manchados, postizos  pero bohemios al final; a mí me encanta lo bohemio, un poco melancólico pero más hermoso que el cristal. 

Lo más curioso querido lector, es que de algún lado, cuando menos lo esperas, aparece ese algo o ese alguien que va tirando de una pequeña costura tu armadura y no se cansa, está ahí, al pie del cañón, buscando entrar, aunque le cierres la puerta, espera, espera paciente, te observa, desde lo lejos te observa la manera en que huyes de él pero te espera paciente retornar. Lo único que debes cuidar es  que lo que te esté esperando no sea tu pasado porque el pasado no se cura, se mantiene ahí dormido, como un mero recuerdo pero puede volver como tormenta... puede volver de vez en cuando.

Hoy sé que no importa qué tan lejos me esconda tanto física como emocionalmente, en cualquier parte del mundo y en cualquier parte del cuerpo seguirá esa cosa que te presiona el pecho y que te asfixia, lo único que puedo elegir es el contexto, el cómo y el cuándo en donde me ponga a "escalar" esa cuesta que a mi me hace sentir cada vez más viva.

Me despido desde mi carretera en la que voy huyendo. Perdona que tarde tanto es que apenas lo estoy comprendiendo.