sábado, 26 de octubre de 2013

A ti...

Te escribo a ti, a ti que lo rompes todo con las manos, con las palabras con las suelas de tus ganas, a ti que el diluvio te llevó entre sus ganas y se llevó el deseo, el romance, los versos, las notas y tu abrazo y huyes como si las puertas se cerraran. Te llevaste hasta el ocaso y las mañanas, mis mañanas.
Y te espero, ahí en la madrugada, cuando el silencio grita y me enmudece, entumece, me desarma, me destroza, me pervierte y me convierte.
Te escribo a ti que te fuiste con pedazos de mi entre las manos, entre las piernas y el contorno de tus brazos. Te llevaste mis ganas de escribirte todos mis textos, mi nostalgia.
Sabes a pasado, a besos robados, a siluetas nocturnas,y este cenicero me cuenta el tiempo que pasé pensando en ti.
Y aparece otra cara, otro cuerpo, otra almohada y en todos lados mis manos buscan tu almohada, tu cara y tu cuerpo y sigues sin estar y mis manos sin encontrar algo que se parezca a ti.
Te respiro, te respiro entre la gente, de lunes a domingo y lo malo es estar aquí esperando como si entre tus cajones aparecieran las ganas de regresar pero el silencio se encarga de recordar que no regresas.
Heme ahora aquí con el pecho aprisionado entre las esquinas de un inmenso cuarto y el balcón que grita que te has marchado, con tanta prisa como si arrancaras lo que has sembrado aquí, en mí, junto a mí que ahora quema, lastima, grita, enmudece, desarma, destroza, pervierte y me convierte en este diminuto ser humano.
Te extraño y este "te extraño" no se asemeja ni un cuarto al "te extraño" que todo en mi te está gritando porque este lápiz y estas manos no alcanzan a dibujarlo. Te extraño tanto que hasta duele hablarlo y callo, no te imaginas cuánto callo. Y te quiero aquí junto a mi como si el otoño no hubiera dejado marcado su paso, te quiero aquí en la sala, en el cuarto, en mis zapatos, en el cuadro de dos enamorados, en el susurro del viento, en este río que me arrulla despacio cada vez que el reflejo del sol entra por la ventana de la habitación.
Vuelve, regresa, vuelve, respira a mi costado, deja que ahuyente el miedo que es por el que te has marchado apresurado. Yo no soy ni la mitad de tu pasado. Yo soy el refugio de tus brazos, de tus besos, soy tu descanso, soy la que cosecharía risas de tus labios.
Pero es tan tarde y nos separa tanta distancia que este texto se pierde en el trayecto, antes de que llegue a tu mirada y yo me desvanezco entre las palabras.
Ahora hay un espacio perdido en el sofá que te espera mientras mis piernas se van y en las noches al regresar lo siguen encontrando como siempre, esperando.

Te pierdo, me pierdo y el espacio se pierde esperando...


jueves, 29 de agosto de 2013

La primer lluvia de junio...


Lo vio bajar del lado del copiloto de un carro color rojo o vino, realmente su memoria no recuerda las tonalidades dentro del contexto nocturno y frío. Ahí estaba él con su altura de un metro ochenta, su tez blanca, el cabello castaño y corto, su caminar tan seguro y sereno, sus manos largas, sus brazos fuertes. Llevaba puesta una camisa muy llamativa, la adornaban tiernamente un montón de aviones de colores que resaltaban entre vestimentas oscuras y sombrías, una bermuda café, tenis y calcetas blancas, toda la indumentaria no se acercaba para nada a la ocasión que les rodeaba... un funeral. Generalmente no llamaría su atención un hombre caucásico, sin embargo, su porte y sobre todo sus ojos grandes y cafés enmarcados por unas largas pestañas y la lluvia  que caía estratégicamente en su rostro hacían que fijara su atención justo en él.
Sofía se encontraba en ese entonces con su pareja en turno ( a punto de terminar ), se encontraban con un grupo de amigos en la parte de exterior del lugar cuando aquel caballero andante con su armadura de aviones se acercó a saludar a los que estaban cerca de la puerta de acceso; la saludó con un beso de cortesía en la mejilla para después perderse entre los asistentes, no le dio mucha importancia en ese momento pero su imagen seguro se había quedado grabada en el baúl de sus recuerdos.
Concluyó esa noche, también pasaron julio y agosto como agua de río y con la misma iba la relación de un noviazgo de tres años de Sofía de la cual se salió realmente más aliviada que afligida. Ni el recuerdo ni la presencia de su caballero con la armadura de aviones se había cruzado siquiera por los insomnios, esos en los que se te enredan las ganas de dormir, esas noches traicioneras que te hacen pensar en el pasado, en tus preocupaciones y si no las tienes , seguro, esas noches las crean. Llegó Octubre, y junto con él, el dios todo poderoso de las redes sociales. Una recomendación, el famoso "Persona que quizá conozcas" hizo presencia, una imagen, un nombre... ¡Era él! pero sin los aviones. Algo instintivo le hizo teclear con aprisionante inseguridad una frase de saludo y elegante coquetería, y con esa frase equivalente al roce de miradas comenzó lo que hasta hoy, ni él ni ella, han podido descifrar.
A través del intercambio interminable de correos electrónicos supo que su "oficina de trabajo"  era un avión, Diego era piloto. Se dedicaba a acariciar las nubes, a ver por las noches las estrellas más cerca que el resto de los mortales. Una de las pasiones más grandes de Sofía eran los aviones, el sonido estruendoso de las turbinas de un avión causan en ella el mismo efecto  que el susurro del ser amado al oído de su amante, las salas de espera con vista a la pista de aterrizaje se han convertido en su zona zen, y si hablamos exclusivamente de ir en calidad de pasajera,  aunado al despegue y al aterrizaje le hacían afirmar  que el paraíso existe, además, sensatamente  pensaba que debería estar prohibido que el capitán y el copiloto desfilaran portando galantemente su traje con todo y broche de alas brillando desde el pecho en horario familiar, porque incitaban al pecado carnal, o al menos al de Sofía.

Quiero verte, llego el fin de semana dijo en el correo número 46.
Te espero a las 8— contestó Sofía asegurando el encuentro.

Los 5 minutos anticipados con los que Diego se presentó aquel día confirmaba el interés hacia ella y una impaciente puntualidad, cosa que Sofía decidió agradecer con una tímida sonrisa al hacer el primer contacto visual. Ahí estaba él, con su altura de 1.80, con sus brazos blancos y fuertes y con toda su atención centrada en ella. Unos jeans ajustaban sus piernas largas y torneadas, una playera negra con mangas largas de algodón que celosamente dejaban al descubierto sus manos pálidas. Sofía contestó la sonrisa (pago por su puntualidad) con otra  proveniente de sus labios que dejaba ver su dentadura blanca y sus marcadas comisuras de los labios. Se envolvieron en un abrazo en donde ella experimentó una inexplicable sensación de familiaridad y adrenalina ,  era como si al unir sus cuerpos se creara una onda de expansión. Todo el planeta entero se borraba y ella comenzaba a despegar los pies del suelo. Estaba segura que él vivía lo mismo en ese momento.
Diego era sin duda un caballero,  miembro de aquella especie en peligro de extinción que muchas buscan y que pocas encuentran. Diego abría la puerta del auto, y cualquier otra puerta que se les atravesara en el camino.  Era elegante, refinado, culto, sabía comportarse de acuerdo a la situación,  muy sociable y se desenvolvía con una agilidad nata y digna de aplaudirse en cualquier parte, cosa que  Sofía admiraba en él, nunca escuchó salir de su boca algún comentario lascivo lo cual hacía que ganara puntos. Solían compartir gustos poco colectivos, como estacionar el auto al lado de la vía, contar los vagones y saludar al maquinista. Cada vez que hablaban por teléfono escuchaban el sonido de algún tren como por arte de magia,  aquello les causaba un placer inexplicable y todo esto hacía que su conexión fuera particular y peculiar. Cualquiera se enamoraría de un hombre con semejante descripción. Sofía se convertía en su confidente y él en el de ella. Poco les bastó para darse cuenta de que eran un reflejo, él era ella y ella era él.
Diego y Sofía fueron transformando el placer de la mera compañía en el placer de la intensidad de las caricias, del roce de las manos, la explosión de sus cuerpos llevándolo al extremo como dos adolescentes. Sofía recordaba singularmente su cuerpo agitado, nervioso, explosivo, siempre deseando el de él. Diego amaba sus piernas desnudas y ellas le correspondían.  También recuerda sus ansias de verlo, ella amaba su cuerpo, lo usaba cual pintor a su lienzo. Lo de ese par era tan pasional, tan subversivo; volaban entre fantasías, realmente no imaginan a un  par de almas que pudieran vivir la intensidad que ellos solían tener en cada encuentro.
Con el paso del tiempo vas conociendo no solo las sutilezas y genialidades que una persona pueda tener y por más perfecto que se muestre, poco a poco van emergiendo  los puntos débiles, las flaquezas, infortunios, desventajas, defectos, eso que te hace ser humano... y eso querido lector, Diego lo compartía con Sofía,  él y ella eran uno solo...


Primera parte.






lunes, 5 de agosto de 2013

De amores pasajeros....


Me quité el traje de coquetería y lo arrojé sobre la cama, arrojé también las ganas de los besos, los libros rotos y viejos, hasta el entusiasmo  de tus bostezos, incluso boté la falda y la ropa interior que tanto te gustaba arrancar con tus dientes o con  las manos. Me entregaste a la orilla de la entrada de aquella puerta de mi  pequeña casa, en calidad de desarme, con un gato por testigo  que iba observando como   caían uno a uno los restos de mi orgullo mientras yo buscaba algo que abriera la puerta de un trancazo; elegí el llavero, las fuerzas las había olvidado en tu patio.
Recosté mi cabeza, pero aquellos suspiros, los que tanto te enviaba, sobre todo los domingos atrapados  y que tenían olor a cerezas, esa noche sabían a leche amarga a punzantes nudos de garganta, a frío y a prisión a pura amargura.
El dormitorio se encogía con la lluvia, con la humedad aprisionada, y la resignación, a la que había citado con anticipación, la muy puta no llegó, se largó, se mudó a un hotel de paso con un amor de verano por eso no me hacía ningún caso y así tardó un largo rato.
Un maullido de un gato fue lo último que se escuchó desde el balcón, era el mismo gato de la puerta que ahora se divertía con mi cabello en la habitación.
¡ay corazón! me duele este amor de un rato que ni a invierno entero llegó, todo envejeció tan rápido. Me dejaste un boleto de avión usado debajo de un vaso de ron y un pedazo de desilución atorado en el brazo.

Epidemia de desengaños en mis cortos años....


miércoles, 26 de junio de 2013

Perdona que tarde tanto...


Estado: Huyendo
Huir: apartarse, correr, escapar, zafar, esconderse, excusarse, rehuir, evitar, liberárse, esquivarse, burlar, eludir, evaporarse, esfumarse, YO,  desvanecerse, desaparecer, irse, largarse,  escabullir, escurrirse, volar, volatilizarse, evaporarse, deprisa, con mucha prisa, así como si de nada y todo se tratase...


La desilusión, la ruptura, el desencanto, el balde de agua helada, el "esto no está pasando" de muchos, tuyo , mío, de todos. Cuando te declaras vencido, cuando te ha derrotado el "enemigo", cuando vas sintiendo poco a poco cómo "algo" te va presionando el pecho y te vas asfixiando y en la desesperación comienzas a tratar de expulsarlo, de arrancarlo, sacarlo de tu pecho con todas o las pocas fuerzas que te quedan... pero es inútil, ¡no sale!, se encarna y se encarga de invadir todo tu cuerpo, cada uno de tus poros, y cada uno de esos poros trae consigo un recuerdo que desangra hasta el alma. Entonces, das vueltas sobre tu propio eje, te preguntas el por qué, el cómo, el cuándo llegaste hasta ahí. Te rindes entre el silencio de las cuatro paredes que te ven hacerte pequeño y esas cuatro paredes observan la capacidad que tiene tu cuerpo de almacenar lágrimas, esas mismas lágrimas que  arden cada vez que resbalan y tú resbalas junto a ellas hasta el fondo, como una caída delicada hacia el fondo, hasta el fondo, ya no pesa tu cuerpo, simplemente vas aproximándote al fondo, te dejas caer, te encuentras ahí y allí te quedas hasta sumergirte en un sueño profundo, muy profundo... has tocado fondo.

Darse por vencido, volteas hacia el cielo como en la búsqueda de una respuesta divina, te sientes solo, y parece que dura toda una vida.

Su recuerdo me estaba destrozando, me pulverizaba el corazón y la visión, todo dolía todo el tiempo. No existe en la línea del tiempo un momento exacto para decir ¡hasta aquí! y concluir el "novenario" , solo sé que existe. Poner un alto, no significa que dejarás de sufrir en un pestañeo sino que intentarás por cualquier número de medios en existencia (y si no están en existencia crearlos) disminuir el dolor, poco a poco, paso a paso; si de algo estoy segura es que jamás se arrancará de tajo. 

Subir desde ese fondo no es fácil, no hay una fórmula, ni un manual porque la subida es diferente según el sujeto en cuestión que se encuentre escalando; para mí ha sido lo más complicado, incluso más doloroso pero es un dolor diferente, extraño. Te encuentras con laberintos, te pierdes, subes más rápido, vuelves a caer un tramo pero nunca es igual a retroceder. En ese camino encuentras manos, pilares de apoyo o enredaderas, espejismos, engaños, remolinos, corres, caminas, aceleras, te vuelves a perder, lloras, gritas, maldices, contradices, ríes a carcajadas, volteas la mirada, descansas, te paras, pides ayuda, engordas, adelgazas, te vas, te quedas, te evaporas, peleas, rezas, te conviertes en ateo, eres religioso, te da insomnio, duermes demasiado, te cambias el peinado...

Alguna vez escuché que con el paso del tiempo, a través de la magia del empirismo, te vuelves más cauteloso, intuitivo, observador. También sé que te llenas de miedo y  tienes miedo porque entre más vas avanzando en el sendero de la vida,  todo se vuelve más real y cada golpe duele más y es como si el corazón se fuera enfermando de osteoporosis y hace que el proceso de levantarte, subir esa cuesta, de recuperarte sea más doloroso que el golpe o la caída, también hace que en dicho proceso, en ese "novenario" que le regalas a tu pasado te vas haciendo de una armadura.

¿qué pasa cuando emprender la retirada, ante la señal de peligro inminente se vuelve automática, cuando la inercia corporal te obliga a dar media vuelta; incluso cuando lo que debería comúnmente hacerte sentir dentro de una zona de seguridad te produce todo lo contrario?.

A veces te sitúas en lo que  llamo "el retiro espiritual", con esa sensación de haberte salido de la corriente, observando desde otra perspectiva cómo todo lo demás se mueve y avanza, un tiempo fuera, un  stand by emocional, levitando, curando, sanando, reciclando, renaciendo, sembrando, cerrando, abriendo. Pero cuidado, porque entre el miedo te vuelves "escapista", huyes tan de prisa y  estás tan alerta que la armadura que traes puesta te protege hasta de lo que debería dejar entrar y comienzas a cerrar puertas por miedo a empezar de cero y colocas en piloto automático el corazón. 

Tú y yo ya no estamos hechos de cristal, estamos hechos de retazos deslavados, descocidos, rehilvanados, manchados, postizos  pero bohemios al final; a mí me encanta lo bohemio, un poco melancólico pero más hermoso que el cristal. 

Lo más curioso querido lector, es que de algún lado, cuando menos lo esperas, aparece ese algo o ese alguien que va tirando de una pequeña costura tu armadura y no se cansa, está ahí, al pie del cañón, buscando entrar, aunque le cierres la puerta, espera, espera paciente, te observa, desde lo lejos te observa la manera en que huyes de él pero te espera paciente retornar. Lo único que debes cuidar es  que lo que te esté esperando no sea tu pasado porque el pasado no se cura, se mantiene ahí dormido, como un mero recuerdo pero puede volver como tormenta... puede volver de vez en cuando.

Hoy sé que no importa qué tan lejos me esconda tanto física como emocionalmente, en cualquier parte del mundo y en cualquier parte del cuerpo seguirá esa cosa que te presiona el pecho y que te asfixia, lo único que puedo elegir es el contexto, el cómo y el cuándo en donde me ponga a "escalar" esa cuesta que a mi me hace sentir cada vez más viva.

Me despido desde mi carretera en la que voy huyendo. Perdona que tarde tanto es que apenas lo estoy comprendiendo.






domingo, 28 de abril de 2013

Querido perfecto extraño...


No hay nada que no sepa a ti, que no huela a ti, que no respire de ti, que no suene a ti, que no viva de ti, que no susurre por ti, que no hable de ti, deseo que no nazca de ti, todo de ti, yo de ti, yo de ti, de ti, de ti, solo de ti...

Dicen que elegí inconscientemente un lugar para esconderme, dicen siempre lo hago, que soy buena huyendo cuando caigo rendida, cuando pareciera darme por vencida, pero es  solo como saborear el rincón vacío de una habitación entre la nostalgia y el desprendimiento del miedo.
Hoy escurre entre mis dedos la necesidad de sentirte como si te hubiese tenido, como si las palmas de mis manos recordasen la silueta de tu pantalón aferrado a tus caderas, como si mi nariz recordara el olor de tu pelo y mis labios el sabor de tu aliento, sin embargo, el eco del silencio y la mitad de mi cama me recuerdan que nunca te han tocado las yemas de mis dedos, ni mi nariz se ha embriagado con el olor de tu pelo y mis labios, mis labios sedientos ilusos enamorados, perplejos se han quedado porque solo se aferran a mis sueños donde te beso. 
No sé, no sé cuándo te invite a compartir esta esquina de mi cama, tan cálida que enrojece a mis mejillas, tan ancha que sabe que un par de piernas largas hacen falta, un par de piernas idénticas a las tuyas, tus piernas perfectas para entrelazarse entre las mías, un par de piernas que me acompañen a disfrutar de esta ventana paralela a mi almohada, esa ventana que dibuja enamorada todas las noches un árbol iluminado por la danza de delicadas luciérnagas, esa danza que es perfecta función nocturna para dos completos y extraños.
No diré nada perfecto extraño, no diré nada, aún no es tiempo. Falta, falta un poco. Absoluto es el infinito y perfecto es el tiempo pero no ese tiempo que llevan algunos en la muñeca del brazo o en el bolsillo del saco. Absoluto es el espacio que te dedico en mis versos, te he encontrado perfecto y extraño, tan segura estoy que preparo el encuentro delicado, como el pájaro prepara el nido, como el sol se toma su tiempo para hacerle el amor a la luna y después eclipsarlo. 
Aún no estoy lista perfecto extraño, no estoy lista para ti pero poco a poco me preparo, me preparo...
Si escucharas este sonido, el sonido de los aviones  que pasan bajito como despegando o como aterrizando, yo prefiero escucharlos aterrizando y cierro los ojos pensando, imaginando que te estás acercando y que mis brazos te atrapan en un abrazo, todos los días lo hago, sobre todo en las noches perfecto extraño, y sonrío, sonrío imaginando.
Mi amor no debes tenerlo apresurado como casi todos lo hacen en estos tiempos, apresurarlo es empujarlo, es sobornarlo, es encerrarlo, encarcelarlo, desgastarlo, apagarlo, esfumarlo, crucificarlo, poco a poco maltratarlo para luego matarlo. Nuestro amor debe ser fuerte y delicado, eterno, soleado y perfumado, un lugar donde podamos refugiarnos. Tu amor y mi amor deben ser libres  para libremente sin ser amarrados, regresar al refugio de nuestras manos. 
Sé que te susurro estas letras al oído perfecto extraño y que tú las escuchas a lo lejos como si estuvieras recostado en mis piernas y yo susurrando y acariciando tu pelo, velando tu sueño , observando enamorada tu descanso.
Iré a ti despacito, suave y vendrás a  mi desarmado, con una suave sonrisa y una cálida caricia y será perfecto el tiempo, el nuestro, nuestro tiempo interminable, inquebrantable, listo, sereno, infinito será lo nuestro. Mientras tanto sigue ahí sintiendo mis manos acariciar tu pelo y en tus sueños mis besos, para eso sirven los sueños, para enamorarnos.
Deja que desde este minúsculo rincón de la tierra, que desde el espacio se observa un poco apretado, termine la espera. 
Mis manos ya son tuyas, también mis caderas, mis pies, mis venas, mi cama, mi mesa, mi tercer piso, mi lámpara de cabecera, todo eso ya es tuyo como tuya es mi espera, solo espera a que crezca, que dentro de mi pecho crezca todo lo que por ti espera. 
Me despido esta iluminada noche perfecto extraño, pero me despido terrenalmente, me montaré en la luna que nos aguarda inquieta, allí te veré esta noche, daremos un paseo y después, lo que surja.
Hoy soy tuya; hoy, mañana y siempre, siempre, siempre tuya. 
 
Hoy que ya no sé si estoy en mi cama o en la tuya..... 

            Siempre, siempre soy tuya.




domingo, 17 de marzo de 2013

You are afraid, right?


Tal vez aprender a manejar la máquina del atrevimiento, para viajar instantáneamente a los límites de la vida inmediata, para fundar de vez en cuando un breve paraíso sin porvenir ni pasado, sin el doble chantaje de la nostalgia y del miedo...
Herbert George Wells

El reloj viejo de pared que me vio crecer anunciaba sin prisa y sereno que faltaban 25 minutos para la media noche. Recuerdo bien ese momento en la casa de mi madre, era el último día del 2012, el último día de aquel año que cerraría un ciclo de vida, de aprendizaje emocional, de una tortura existencial (que ya contaré en un nuevo blog cuando me arme de valor). Era, sin lugar a dudas, el momento en el que estaba dispuesta a decretar que el nuevo año que el calendario romano estaba a punto de dar a luz sería precisamente eso, mi año de luz y que todo lo que viniera con él me traería experiencias que me harían crecer como persona. Ese año 2013 debía ser mi año, sin embargo, nunca imaginé en aquel sillón incómodo de la sala donde estaba observando las manecillas del reloj moverse tan lento, las consecuencias que hasta hoy me deparaba el destino.
Guatemala figuraba desde el año pasado como un destino terrenal que debía pisar de alguna manera. Primero fue un posible encuentro por medio de un voluntariado internacional en un lugar de selva (del cual no recuerdo el nombre), en donde mi función sería ayudar a una comunidad maya a "levantar" unos bungalows ecológicos que beneficiaría al sustento de aquellos lugareños. Por un error de cálculos con mis días de descanso laboral me fue imposible cumplir mi cometido. Me deprimí un poco pues me daba cuenta de que una de las pasiones que hacen nutrir mi alma, como la de participar con ONG´s, se veía estancada, al chocar con las actividades de mi vida profesional.
Sin embargo, aquel dicho que suelo utilizar de mancera circunstancial que dice "lo que te toca, te toca aunque te quites y lo que no te toca, aunque te pongas" se hizo presente con el nombre de Guatemala nuevamente, pero ahora de manera laboral. 
La decisión de cambiar completamente la rutina de vida en un país extraño, que ilusamente pensaba sería algo muy parecido a estar en México por la cercanía, me llevó poco tiempo tomarla pues la imagen del reloj y sus manecillas lentas rondaba por mi cabeza recordándome a cada momento mi decreto.
Lo que más me pesó fue el abrazo de despedida de mi hermana y mis padres, los dos últimos en aquel aeropuerto internacional, el que por cierto ha marcado mi vida de manera tan profunda que ha dejado llagas que aún duelen (de manera nostálgica) a pesar del tiempo. El último abrazo que les di venía acompañado de lágrimas, que se incrementaron al verlos parados, desde la ventanilla del avión en un puente, que hasta ahora no sé como se las arreglaron para encontrarlo y despedirme agitando una mano como tradicionalmente lo hacían desde la terminal de autobuses cuando viajaba desde mi ciudad natal hacia la ciudad donde hice la universidad y mi ciudad de vida laboral. Esa imagen que me acompañó casi dos horas de vuelo, no me dejaba detener el llanto y continuamente pensaba en si la decisión que había tomado era la correcta, si todo estaba marchando como debía, imploraba una y otra vez porque apareciera de manera divina una señal que me dijera que lo que estaba haciendo era lo correcto, pero ¿sabes algo? no hay manera de saberlo, no hay manera humana de comprobarlo hasta que recorres la estela que dejan tus decisiones, las acciones, la experiencia, la vida misma, el camino de los sueños, las huellas de los pasos, de la esperanza, el ataúd en donde entierras el "que hubiera sido si..."
Estar en tierra maya rodeada de deidades ancestrales y en tan poco tiempo, me ha hecho encontrarme conmigo misma, me ha hecho en el poco tiempo que llevo aquí, valorar cada uno de los regalos más hermosos de la vida misma: la familia carnal en primer lugar, la familia que eliges que se compone de tus buenos amigos, el lugar donde naciste, tu bandera, tu cultura, la comida ¡oh! como he sufrido con la comida. Estar en un lugar desconocido, ajeno a ti y a tus costumbres, que te arranca de tu zona de confort  y pone a prueba tu habilidad de supervivencia, tu capacidad de manejar la soledad, esa soledad que se vuelve tu peor enemigo o tu mejor amiga. Te hace también sacar el coraje y hay experiencias que te hacen sentir que estás realmente vivo, como la que te contaré ahora...
El fin de semana pintaba diferente, fui invitada por una linda familia a una boda, con la intención más tierna de rescatarme de mis actividades rutinarias. La boda fue en una calurosa tarde de sábado, en Antigua Guatemala, un lugar maravilloso, como salido de un cuento, un lugar de ensueño. Todo iba tranquilo, sin acontecimientos fuera de lo común, pasé la noche en un hotel rústico y lindo. Al día siguiente (domingo)  tomé la decisión de quedarme a experimentar uno de los rituales religiosos más importantes en estas "semanas santas". Como muchos saben no soy una persona religiosa, me considero más bien espiritual, sin embargo, no podía perderme dicha tradición de talla internacional. Ojo: por mi ignorancia hacia dicho tema, me limitaré a entrar en detalles. 
Este día me encontraba sola, sin acompañantes de historia, observando, absorbiendo como esponja los rayos del sol que doraba mi piel, viviendo el fervor de fe de miles de personas de todo el mundo.
Una vez concluído mi cometido dominical, del cual estaría orgullosa mi mamá, me dediqué a buscar por largo tiempo la manera de regresar a Cd. de Guatemala de una manera segura, por haber sido un viaje improvisado era de suponerse la dificultad de encontrar una agencia confiable que me asegurara un viaje placentero y sin ningún contratiempo para regresar. Finalmente encontré una una agencia que me hizo calmar mis nervios.
Esperé un par de horas recorriendo las calles, después me resguardé del calor infernal en una cafetería en donde leí un rato. He de mencionar que mi humor estaba de lo más relajado, estaba aprendiendo a explorar sola el mundo.
Siempre me he catalogado (en forma de queja) como una mujer físicamente universal, subrayo esto porque este día, tanto en la cafetería como en la agencia de viajes me hablaban en inglés,  cosa que prefería no discutir pues mi cansancio aumentaba y me remitía a asentir con la cabeza a las instrucciones que me daba la pareja que estaba a cargo de dicha agencia y que desbordaba estrés, enojo y cansancio por un día largo. 
La vagoneta era mi pequeña torre de babel con ruedas, se componía mi compañía por un "gringo", tres alemanes, un inglés, dos canadienses y una mexicana que ha vivido toda su vida en Estados Unidos, con la cual compartí nostálgicamente un par de historias.
Desde el inicio del viaje me sentí un poco nerviosa pues partimos media hora después de la hora acordada y ya estaba oscureciendo, además, nuestro "elegante" conductor tenía la amabilidad de un empleado burócrata de alguna dependencia de gobierno mexicano (sin ánimos de ofender), las maletas de mis compañeros de viaje fueron tratadas como verdaderos costales de papa. A lo largo del eterno viaje aumentaba  mi preocupación pues ya se hacía tarde  y se me había indicado que la vagoneta me dejaría en un hotel desconocido para posteriormente pedir mi taxi que me llevaría a mi "home sweet home". El chofer que manejaba como alma que lleva el diablo, no paraba de externar su mal humor por teléfono diciendo a su interlocutor que estaba cansado y con sueño, como te imaginarás, la otra mexicana y yo que éramos las únicas que entendían español, sacamos nuestro lado religioso encomendándonos a dios sin decir nada, aunque decíamos todo con la mirada.
La primer parada fue en una terminal de autobuses, donde se quedaron varios pasajeros, después bajó mi compatriota en otra terminal que se veía más decente que la anterior. Seguimos con el recorrido nocturno y mi aspecto cambió a terror pues el chofer nos metió a una zona que a simple vista parecía todo, menos un lugar seguro y tranquilo. Llegando a la última parada que era la mía, nos solicitó a mi y al último chico que quedaba (en inglés por supuesto) que bajáramos de la unidad de inmediato. Bajamos en algo parecido a todo menos a un hostal o a un hotel en donde nos recibió un chico de aspecto latino y muy agradable (que me hablaba ¿por qué no? en inglés). De pronto me percaté que estaba cerca de casa y también me vi rodeada de otros 3 hombres que parecían ser los guardaespaldas de la persona que aguardaba la llegada del que venía conmigo. La primer reacción instintiva y desesperada fue abrir la boca y hablarles en inglés, importándome muy poco si alguien ahí hablaba español, me dirigí al chico que se bajó conmigo y le pedí suplicante que me acompañaran caminando hasta mi humilde residencia. El amable chico de aspecto latino custodiado por los otros 3 hombres me vio con la misma mirada con la que he observado a un conejito tembloroso y temeroso en la esquina de una cajita de zapatos y me dijo en inglés "you are afraid, right?" , suspiré y asentí con la cabeza. Le indicó a uno de sus guardaespaldas que me acompañara hasta estar lo más cerca de mi casa. Agradecí, me despedí y comenzamos la caminata, hasta ahora, la caminata más larga de mi vida y la más temerosa. Agradecí metros antes de llegar al complejo de apartamentos su escolta con una sonrisa y con un billete de 20 quetzales y apresuré el paso hasta la puerta de mi casa.
Cuando estaba introduciendo la llave en la cerradura, paré un momento, recargué la cabeza en la puerta de madera, suspiré aliviada, agradecí a todas las deidades divinas y supe que algo más grande que yo me protegía esa noche, estoy segura que mi ángel protector me acompañaba.

Yo decreté que este año sería mi año de aprendizaje y que las cosas serían para bien, sin embargo nunca tomé en cuenta las infinitas formas en las que vendrían envueltos dichos obsequios de vida...

"Tal vez aprender a manejar la máquina del atrevimiento, para viajar instantáneamente a los límites de la vida inmediata, para fundar de vez en cuando un breve paraíso sin porvenir ni pasado, sin el doble chantaje de la nostalgia y del miedo..."

Herbert George Wells y su texto que acompaña al inicio y al final de este blog, aparecieron sin necesidad de buscarlos,  una lección de vida... lo dejo a tu criterio, querido lector.




















jueves, 28 de febrero de 2013

Cuento nocturno para un Cocodrilo....

-Cuando te tenga enseñada, luego volarás sola y ya si te visto no me acuerdo.
Dijo el hombre con voz áspera y mirando hacia el horizonte...
-No me estás enseñando nada, ¡no me distraigas!, mis dedos están disparando...
Dijo ella, algo irritada y también excitada con una pluma en la mano.
La observa con una mirada malvada, seductora. Es el hombre que le arranca la ropa escaneando su cuerpo con la mirada, el que le sujeta las caderas con el pensamiento y el que hace su cuerpo erizar con el roce de su cara y lo suave de su aliento.
-¡hazme el amor sin soltar la guitarra! hazlo despacio, despacito, sin prisa, colócala detrás de tu espalda pero no te deshagas de ella o hazlo cuando no me de cuenta.
Esa era la misma guitarra que le regalaba un orgasmo en el minuto 2:33 de aquella canción que él usó como tarjeta de presentación. Recorría en ese momento una profunda y mágica sensación de placer que le hacía cerrar los ojos, retorcer su cuerpo e intentar arrancarle la piel a las sábanas destendidas de su cama, aquella cama siempre testigo de sus placeres más perversos, viciosos, siniestros, calurosos, húmedos, suyos, y ahora de él.
-Usa de musa mi vientre azul marino, muerde mi espalda blanca, aprieta fuertemente mis manos cada vez que ese electrizante deseo te recorra todo el cuerpo, conversa con mis lunares, sedúcelos muy lento, piérdete en mi pelo, en mi olor a vainilla, entre mis piernas,  resbálate ligero por las curvas que me convierten en mujer...en la tuya.
Le gritaba ella a través de la mirada, pero nunca dijo nada, aún así, no era necesario, esas ganas de él le brotaban por los poros de la piel.
La música es su mortal navaja, esa navaja con filo que acaricia su cuello. ¡Mátala! pero no sin antes morderle el cuello, besarle hasta las entrañas. Desfila por cada una de sus curvas, de izquierda a derecha, de arriba a abajo, de cielo al mismísimo seductor infierno. Hazla enfadar, que enojada se le sonrojan las mejillas, le brilla ese par de ojos redondos, grandes y redondos, verdes y redondos, intensos y redondos. Su desnuda figura se ve mejor con el calor del cuerpo que con la ropa y así siempre te ha gustado más. ¿A caso no hay más excitante sensación que la de la caricia de sus dedos recorriendo todo su cuerpo, sabiendo que esos mismos dedos crean magia al tocar?
Él le hace el amor usando una guitarra, ella se lo hace con sus letras...
Para ella es imposible serle infiel, tiene su par de piernas a su merced, siempre dispuestas, siempre nerviosas, siempre alerta, pero siempre, siempre.
Es tuya, demuéstrale que siempre ha sido tuya, que la sensualidad de sus letras te pertenece hasta que el sonido de tus manos se pierda en uno de sus textos y no encuentre manera de regresarlo a su cuento.
Pero ¡cuidado! que ella quema, esa inocente facha, esa mirada melancólica, esa sonrisa falsa que atrapa, te destrozará el alma si no sabes deslizarla. O la enamoras o te desarmas y te desangra.
De cualquier manera, de cualquier forma, entre la música y las letras, entre el deseo y la distancia, entre su juego y sus miradas. Diga lo que diga, su ausencia se siente allí cuando el horario incómodo se se interpone entre ese par.
Descansa querido incompleto, si tú estuvieras aquí, de cualquier manera, de cualquier forma cuando me tengas enseñada, luego volaré sola y  si me viste yo no recuerdo.

domingo, 13 de enero de 2013

Una respuesta...


"Se debe tener mucho valor para soltarse al vacío sin arnéz desde lo más alto" fue lo que grité con el pensamiento y no con la boca cuando observábamos al hombre que trepaba hasta la punta de una antena de telecomunicación, la que por cierto se convertía oficialmente en nuestra "vecina empresarial" y parte de mi paisaje cotidiano. Mencioné que lo dije con el pensamiento y no con la boca  ya que el contexto de oficina es el menos indicado para exponer tus deseos privados y parecer lo menos normal posible.

Justo en el momento en que dejé de observar a mi valiente hombre de la antena y regresaba cara a cara con el monitor de mi computadora, un curioso sonido llamó mi atención y una intrépida notificación anunciaba la llegada de un mensaje a mi aburrida cuenta de correo.

Al abrir el correo, leí lo siguiente (textualmente, sin cambios):

"Es algo que se me está ocurriendo en este momento, todo nace de una palabra, de la palabra a la que le siguen puntos suspensivos, de la incertidumbre, del funeral de los mensajes y las llamadas telefónicas, de la condena de los recuerdos y su confinamiento a las repisas, de las promesas no cumplidas y el asesinato del pronto...Surge del vacío que queda entre ti, entre mi...
Esa palabra escrita, esas letras que juntas tienen un significado digno, orgulloso y con sentido. Esos caracteres que nos limitan a trascender como personas… o como quimeras.  Somos un juego de palabras, tú y yo, un juego de interpretaciones, una promesa en el aire dibujada por la palabra… hablada.  
Una palabra no dicha, no escuchada, y es que somos cómplices, somos pecadores de carne y hueso, somos jugadores al albur del “que tal si...”. Somos una especie en peligro de extinción, mejores amigos, peores enemigos, somos la promesa no cumplida, captores del mañana,  seguidores del probablemente… 
No confiamos en los puntos suspensivos que le siguen a cualquier palabra, esperamos que nunca llegue un punto final, estamos ahí, tú y yo, escondidos bajo las sombras, disfrazados, pretendiendo ser algo que tal vez no somos, y es que le falta un mes a nuestros calendarios, como un suspiro, como una añoranza, como las ganas de entrelazar nuestros sonidos, de mezclar nuestros aromas, sin embargo, alguien nos robó el mes de noviembre… pero seguimos aquí, seguimos siendo cómplices, el uno para el otro, sin decir nada, leyendo entre líneas e improvisando este guión, con la incertidumbre del mañana, pero quedan los recuerdos, quedan las promesas vacías, queda la esperanza y con miedo a la verdad nos decimos mentiras. Dejo de ser tú y dejas de ser yo. 
Nos separa ahora la funesta puesta de la realidad, esa realidad que nos vuelve a la levedad de la vida, a la levedad de las cosas materiales, a lo aburrido de la rutina, una vez más a la promesa del mañana, seguimos siendo cómplices, viviendo en lo que pudiera parecer una mentira…. " (N)

...

El amor es algo que hasta mi presente no he podido describir, ni tengo intención de hacerlo y ojalá la definición no llegue a mis adentros, solo sé que viene en diferentes presentaciones, un ejemplo claro es la complicidad que existe entre el dueño del correo que llegó a mi bandeja de entrada y una servidora.
Después de leer sus letras, 34 veces para ser exacta, llegué a la firme conclusión de que debía responder pero no era una respuesta directamente para él sino para los dos. 

La respuesta:

Heme aquí ahora resumiendo la historia compuesta por dos espectadores, la historia de dos actores y sus adicciones, sus pecados, sus letras, los placeres, los rituales, el silencio, la algarabía, la premura, la espera, la intriga, el deseo, la pasión, el sueño. Un par de vidas a distancia que al encontrarse forman una explosión, crean ondas de expansión que celosos comparten únicamente con el universo. Tú eres mi vértigo y yo el tuyo, eres el espejo que me ve desnuda, no únicamente desnuda de cuerpo sino desnuda también de pensamiento, esa desnudez que se comparte en la inmensidad de cuatro paredes con la soledad, la única compañía.
Eres el interminable deseo que comienza desde la punta de los dedos de mis pies, la sangre que calienta mis venas, eres ese algo que hace cerrar los ojos y volar, volar...
Somos también un arma peligrosa que se debe manejar con delicadeza, rechazamos el "juntos para siempre" pero aceptamos caer en la tentación de nunca borrar el punto final que sutilmente has mencionado.
Entre tú y yo no existe la rutina, no hay títulos ni firmas, solo promesas sin fecha de caducidad, pero no importa, nunca ha importado. Hemos creado un propio lenguaje que comprendemos aún estando lejos, aún sin hablar.
Ésta es la mentira más verdadera que tenemos, la mejor de todas, porque al final sabemos que no hay un solo ser humano plantado en esta tierra que tenga la sensatez de un cristal.
Yo te pido que seas sincero, tú me mientes pensando que te creo y yo te creo fingiendo que lo hago, y lo mejor de todo es que lo sabemos.
Te pido, te imploro, te suplico, con esa súplica de quien espera ser escuchado, que ésta sea la primera y la última vez que intentemos desarmarnos, porque no hay más hermosa perfección que la de nuestro imperfecto desastre. Si me escribes que sea para encontrarnos, si me llamas que sea para inmacular  o satanizar al mundo, si me tocas que sea para quitarme la ropa, si me miras que sea para decirme con tus ojos grandes y profundos el mensaje que de sobra saben los míos…

Estoy exhausta, no hay más que decir por ahora, no importa si otra persona lo ha leído y no lo comprende o si alguien se siente identificado, es lo de menos, solo sé que hasta este punto sus ojos, los de él, ya lo han leído. 

"Se debe tener mucho valor para soltarse al vacío sin arnéz desde lo más alto... él cree que algo nos separa pero en realidad no nos separa nada".


miércoles, 9 de enero de 2013

Cuando mueres.


Un pedacito de tu ausencia y mi nostalgia.

Cuando mueres...

Cuerpo traslúcido masculino, te llaman mis manos
te busca mi vientre azul marino, mi piel, mi cama
el pedazo de alfombra te recuerda enamorado.
Sueño tus ojos cafés por la mañana, verdes por la noche,
cristalinos cuando tu alma habla.
Suspiro en el recuerdo de tu camisa tatuada de mi aliento,
en mi cuerpo...
Eres sombra persiguiendo mis pasos, nube oscura,
eres todas las palabras llenas de poesía,
el sentido del humor de aquella tarde de domingo.
He convertido al silencio en compañía
que sigue sin hablarme, tal vez preferia el aroma de tu voz...
Te buscan también las alas de mi almohada,
bajo las sábanas que acorralaban a tus pies,
te busca el tema repleto de frases regaladas
con las comas, los acentos y el punto final mintiendo.
¿en qué lugar te escondes?.
... en el que vas muriendo