sábado, 26 de octubre de 2013

A ti...

Te escribo a ti, a ti que lo rompes todo con las manos, con las palabras con las suelas de tus ganas, a ti que el diluvio te llevó entre sus ganas y se llevó el deseo, el romance, los versos, las notas y tu abrazo y huyes como si las puertas se cerraran. Te llevaste hasta el ocaso y las mañanas, mis mañanas.
Y te espero, ahí en la madrugada, cuando el silencio grita y me enmudece, entumece, me desarma, me destroza, me pervierte y me convierte.
Te escribo a ti que te fuiste con pedazos de mi entre las manos, entre las piernas y el contorno de tus brazos. Te llevaste mis ganas de escribirte todos mis textos, mi nostalgia.
Sabes a pasado, a besos robados, a siluetas nocturnas,y este cenicero me cuenta el tiempo que pasé pensando en ti.
Y aparece otra cara, otro cuerpo, otra almohada y en todos lados mis manos buscan tu almohada, tu cara y tu cuerpo y sigues sin estar y mis manos sin encontrar algo que se parezca a ti.
Te respiro, te respiro entre la gente, de lunes a domingo y lo malo es estar aquí esperando como si entre tus cajones aparecieran las ganas de regresar pero el silencio se encarga de recordar que no regresas.
Heme ahora aquí con el pecho aprisionado entre las esquinas de un inmenso cuarto y el balcón que grita que te has marchado, con tanta prisa como si arrancaras lo que has sembrado aquí, en mí, junto a mí que ahora quema, lastima, grita, enmudece, desarma, destroza, pervierte y me convierte en este diminuto ser humano.
Te extraño y este "te extraño" no se asemeja ni un cuarto al "te extraño" que todo en mi te está gritando porque este lápiz y estas manos no alcanzan a dibujarlo. Te extraño tanto que hasta duele hablarlo y callo, no te imaginas cuánto callo. Y te quiero aquí junto a mi como si el otoño no hubiera dejado marcado su paso, te quiero aquí en la sala, en el cuarto, en mis zapatos, en el cuadro de dos enamorados, en el susurro del viento, en este río que me arrulla despacio cada vez que el reflejo del sol entra por la ventana de la habitación.
Vuelve, regresa, vuelve, respira a mi costado, deja que ahuyente el miedo que es por el que te has marchado apresurado. Yo no soy ni la mitad de tu pasado. Yo soy el refugio de tus brazos, de tus besos, soy tu descanso, soy la que cosecharía risas de tus labios.
Pero es tan tarde y nos separa tanta distancia que este texto se pierde en el trayecto, antes de que llegue a tu mirada y yo me desvanezco entre las palabras.
Ahora hay un espacio perdido en el sofá que te espera mientras mis piernas se van y en las noches al regresar lo siguen encontrando como siempre, esperando.

Te pierdo, me pierdo y el espacio se pierde esperando...


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