domingo, 29 de septiembre de 2024

El eco de lo que nunca fue

No sé cómo dirigir la voz desde este silencio profundo,
desde este abismo donde las palabras se mueren
antes de tener la oportunidad de nacer.
Lo que te escribo es un grito ahogado,
un murmullo disuelto en una grieta de mi ser.

Te extraño,
ya no de la misma manera,
te extraño como se añora la muerte,
como quien se aferra a lo roto,
conscientes de que hay heridas que no se reparan,
que permanecen como sombras
en el eco de un pasado.

Eras aire,
sí,
pero un aire enrarecido,
un soplo de viento
que se pierde entre los escombros

testigo de lo efímeros que fuimos,
o de lo eternos que somos.

¿Cómo tocarte ahora,
si mis manos encuentran solo sombras?
Te has convertido en eco resonando en mi pecho,
palabras imposible de pronunciar,
heridas que no saben cerrarse,
laberintos de espejos
donde cada reflejo me recuerda que no estás.

Intento recordarte,
pero todo en ti se vuelve distante,
como un sueño desvanecido en la bruma de un amanecer.

No sé hablar de ti
sin nombrar el vacío,
sin señalar este espacio que dejaste,
donde las palabras ya no habitan,
donde solo resuenan cicatrices abiertas
que susurran su dolor.

Eras libertad,
también prisión,
la cadena invisible que me ataba
a lo inalcanzable.
Y ahora, en la distancia,
solo queda el eco de lo que nunca fue,
la sombra de un deseo que se deshace
como el polvo en la memoria.

Te escribo desde el borde de lo que no existe.
Escribo para no desvanecer,
para sostenerme en las palabras
que son lo único que queda de ti en mí.

Escribo para llenar el vacío,
pero este silencio se apodera de mí,
se extiende,
se enreda en mis costillas,
y yo solo quiero gritar tu nombre
en la oscuridad,
sabiendo que jamás lo escucharás.

Plegaria

Hoy el viento sopla con menos furia, y aún así, algunas palabras se clavan en mí como cuchillos. ¿Cómo hablarte, entonces, desde este silencio, desde este lugar donde el eco de lo que fui se disuelve?

Te busco en cada rincón de mi ser. Algunas palabras se esconden entre mi cabello, en los pliegues de mis caderas, entre las trenzas que me unen al pasado. Pienso que las he abandonado, pero, oh, regresan, como sombras que nunca se van del todo.

Como si la tristeza me consumiera en bocados, como si tu silencio olfateara mi fragilidad y se deleitara en desgarrarme los dedos, en agudizar las heridas que llevan mi historia. Aquí estoy, vacía de mí misma, convertida en presa de un hambre insaciable. La espera es un laberinto, y la tempestad no conoce tregua.

Cuando me siento rota y esparcida sobre el pavimento de esta vida, te invoco: Cuando el viento sea suave y las palabras no se vuelen, encuéntrame. Cuando la tristeza se sirva a bocados, cuando se mueva como un lobo entre mis venas, entonces... sosténme.

Acompáñame cuando las piernas se quiebren, cuando la resignación quiera ahogar mi espíritu. ¡Mírame, mírame! Estoy aquí, exhausta. Con la ropa desgastada y las manos abiertas, te imploro: recíbeme en tus brazos.

Sáname, cúrame, purifícame, y en este rincón oscuro, déjame sentir tu luz. Encuéntrame en el vacío que dejo a mi paso. Llamo a tu puerta, oh divinidad, aquí estoy, casi desnuda, con cada costura de mi ser expuesta.

¿Ves? Estoy cansada. ¡Mírame, madre divina! Recíbeme en tu abrazo, en tu regazo lleno de amor. Mírame aquí, dispuesta a recibir cada susurro que desees pronunciar. Sáname, cúrame, abrázame con la calidez de tu presencia. Muéstrame el camino que debo seguir, lo que tengo que aprender. Permíteme verte, sentirte, y en cada latido, agradecerte.

Hoy no me abandones, sosténme de este palpitar que se va apagando.


jueves, 14 de febrero de 2019

De los que habitas y te pierden.



Si te leyeras en mis letras, podrías reconocerte en ellas...


Era del aire, pertenecía a los campos salvajes, a las entrañas del bosque, de esos que habitas y te pierden, que te enganchan, te enamoran, pero siempre te pierden; de los que no sobrevives si no marcas las salidas o si no te aferras a la entrada.

Le extrañaba, generalmente los lunes. 
Le extrañaba como si  quisiera salir del cuerpo, esfumarse desde la garganta,  alcanzarlo, descifrarlo, recorrerlo,  atraparlo; entrar por las patas de su cama, resbalarle el cuerpo, lento y  delinear sus muslos robustos, sus manos valientes, enredarse en cada rincón de su cabello, como queriendo permanecer ahí aunque se fuese.

La libertad le habitaba en los dedos de los pies, los mismos que le llevaban a donde esperaba nada y hacia donde encontraba todo menos un nombre, todo, menos un nombre, todo, excepto su nombre.

Ahí estaba siempre, inalcanzable, difícil, ficticio, imposible, con sus ojos y su mirada, de esas miradas que te invitan a meterte hasta las entrañas.

La libertad se dibujaba en la forma de mover los dedos de las manos y en la sonrisa que regalaba a los extraños. La libertad le iluminaba.

Se descubrió adorándole las alas... 

Le ha visto volar
Le ha visto libre
Le ha visto volar
Le ve siempre libre, le quiere siempre y libre.

Le soñaba abriendo la puerta del templo que llamaba apartamento. 

Le soñaba, se acercaba. Ahí  habitaba la angustia, la duda, la resignación de la acera haciéndose angosta. Desnudos y las palmas heladas, el corazón inflamado, los ojos abiertos, los pasos cansados, los párpados deshechos, el sexo y el fuego, el fuego y los versos, los versos y el verbo.

Le soñaba, arrancándole el corazón, el líquido espeso y pegajoso deslizándose entre sus dedos, escurriéndose entre los dedos.
 
Le soñaba, intercambiando su corazón con el suyo. Era la forma más sensata de dejarle entrar sin quebrar nada.

Le soñaba recorriéndole, por fin, el cuerpo. La mano en el pecho, los dedos en  la espalda ancha y larga. Se soñaba con él y era de él por el resto de la madrugada. 

La libertad llegaría siempre a interrumpirles por la ventana, como astro dorado, celoso, vibrante, anunciante de la mañana.



... Despertar tenía forma de resaca. Se palpaba el pecho, otro corazón, uno que no era el suyo, palpitaba dentro.

martes, 7 de noviembre de 2017

Soy... aún

Soy.. aún


Les comparto en esta bonita ocasión un texto que escribí hace unos cuantos años, fue mi primer texto para concurso y mi primer texto ganador... Espero que les guste, es uno de mis favoritos, lo quiero mucho...

Soy la existencia de mi cuerpo en tu mente
que se desvanece en murmullo perfecto,
mi libido se convierte en nostalgia
vesitda de sombra y silencio.
Susurro en madrugadas la magia de los recuerdos,
me interrumpe el eco de tu voz.

Soy pasajera de la luz de tus ojos,
la penitencia de tu inconciente pecado
penetro en tu sensible sueño, me pierdo.
te despierto con la sonrisa más sincera
y dibujo en tu anochecer el más hermoso firmamento
robando a escondidas la luna para convertirla en tu almohada.

Soy el hambriento amor de un sueño de infancia,
estoy entre los tantos recuerdos añejos
que permanecen entre el polvo y el rincón de tu mente,
sueño con infinitas letras que se convierten en palabras,
versos dirigidos a mi
y a mi compleja y salvaje adolescencia.

Soy la amiga del cuarto menguante de tus pupilas,
el tibio calor del ùltimo beso y la primera caricia,
añoro besar  tus resecos labios
humedeciendo los mios por si el día de mañana
mi disimulado deseo se ausente
y consuelo entregue a mi alma.

Soy el momento rechazado por tu segunda parte
de caricias carezco comparándome
con el sencillo resplandor de las estrellas...
lloro junto al portal inmenso del cielo
y maldigo aquel Dios por no limpiar mi corazòn.

Soy la constelación de tu universo
bordado con el más fino regazo
dela madre que al mundo te entregó
y te crió hasta que su corazón se detuvo
para regresar por donde entró
a visitar al mundo y su contradicción

Soy la primer parte de un poema de Neruda
y la musa de la obra de nuestra historia
sobreviviente de aquel barco de emociones
rechazadas por el amargo silencio de tu voz,
¡que no me limite mi poca inspiración!
que llego tarde por no dar marcha a mi motor.

Soy lo que aún queda de lo que alguna vez fui,
el caos perfecto de aquel extraño profeta que alguna vez dudó,
la pluma de seda blanca que se halla muerta,
la danza de tus dedos invadidos de un helado temor,
y la gota que resbala por tu ancha espalda
hasta llegar a la costura de tu viejo pantalón

Soy tu sueño suspendido en una nube
soy también tus ojos, tu boca y tu invierno
espora que crece y descansa en tu pudor
y tu camino recorrido, pisando el mío,
ya no existo, me he convertido
en uno mas de tus suspiros..

viernes, 27 de enero de 2017

Cosas buenas sobre ti

Nunca dejé de escribir, mejor dicho, nunca dejé de sentir todos estos años de "silencio" pero decidí que si habría de compartirlo  de nuevo seria con un nuevo sentimiento, con las letras imperfectas pero siempre precisas.
Hoy, querido lector, no escribo para ti pero si para alguien y para algo y para mí.

...
Cosas buenas sobre ti.

Tú no lo sabes todavía pero llegaste como remedio a mi maldición, a mi brujería, a mi racha de gato negro, de siete espejos rotos, de un corazón en trizas, de malas melodías, así llegaste tú, como mi as bajo la manga en un juego que daba por perdido. Yo no tenía nada más que un miedo que se iba cada vez que sonreías.

No tengo más que cosas buenas que decir de ti y como ejemplo pongo la esperanza y las sonrisas que dibujas o los maravillosos treinta días en los que te descubrí  cambiando los macabros once meses que le precedían.

Tengo cosas, tantas cosas buenas  para ti que hasta tu camisa a cuadros y tus vaqueros ajustados, esos que hacen olvidar cómo se respira, los uso como fotografía cada vez que no estás.
Te recuerdo todo, tu postura incorrecta, tus manos largas, la manera en que me miras, la forma en que una vez bailamos donde no se debía. El primer mezcal y el primer beso que te obligué a dar por orden de la ansiedad de mis manecillas.

Yo solo tengo cosas buenas, las malas las inventaría, incluso tus defectos son perfectos porque combinan con mis manos que rompen todo pero son las manos que te acarician .

Tú solo tienes cosas buenas como tu abrazo nocturno, somnífero que ahuyenta a mi fantasma del insomnio de todas las noches y todos los días; como tus serenatas que a pesar de tanta distancia se sienten tan cercanas, tan mías, como tu nombre y tu apellido, como toda la forma en la que me cuidas.

Te estoy escribiendo como de una sola forma sabría hacerlo, con rima o con verso o sin rima y sin verso pero con la pluma desnuda, igual de desnuda la mano y desnudo también este sentimiento.

Tantas cosas buenas que tu mayor logro es hacer que después de tantos años estas manos escriban como bailarinas, como adolescentes, como principiantes, como tonta enamorada, como sol, como mañana.

La vida te inventó en mi vida, te dibujó completo y te acomodó perfecto en el momento correcto, concreto , honesto y tan honesto es el universo que yo le contesto a él invitándote a que te quedes aquí, junto a mi , con todas tus cosas buenas y malas que también son buenas,  a caminar conmigo sobre luz o sobre lodo pero que sea conmigo y contigo yo.

No tengo más que cosas buenas que decir de ti y tanto es lo bueno que mis pasos están inquietos por seguir ahí, cerca de ti.

A este corazón lo haces seguir latiendo.










(Sin tallerear)

viernes, 17 de abril de 2015

Sin huir.

Estado: soltando...

Vacía, inesperadamente vacía, como flotando, abría las manos y allí en ese gesto se resbalaba el recuerdo, el intenso eco. Las palmas de las manos ardían, cansadas y suplicantes temblaban.
Y entre las marcas de las llagas de la insistencia ... lo dejé ir.
En la extrañeza de la incertidumbre en la que me encuentro irónicamente sujetada esperando no caer, mientras la singular silueta de tu cuerpo recorre toda la habitación como sigilosa melodía, por última vez, te escribo.
En mi estado más vulnerable, ese que no conocías, sintiéndome desnuda, deteniendo el paso, acabando con la prisa, me despido. 

Debí permanecer un largo tiempo huyendo, mis piernas no se detenían, la premura por cambiar de sitio, la instantánea satisfacción de una repentina calma que duraba lo que dura un suspiro se había convertido en parte de mi rutina, en una costumbre cobarde, arremolinada, sin final.
Cambiar de acera, de casa, brincar de ciudad, hasta de país. Cambiar el color y el corte de mi cabello, las formas de mi cuerpo, las cerraduras de las puertas, las siluetas de las ventanas, el color del techo, tu nombre en otros nombres, tu cuerpo en otros cuerpos,  era el estado invasivo e interminable que representaba la huída. 
Debí también sentarme muchas noches agotada en el mismo rincón de alguna habitación pensando que hacía lo debido. Hasta que una de esas tantas noches, aún más agotada cerré los ojos y caí en un sueño muy profundo, tan profundo como el mar abierto, como si el cuerpo supiera que era hora de descansar y hacer una pausa dentro de mi prisa y cuando las fuerzas desgastaron sus suelas y no pude más, mi respiración se agotó, mi cuerpo enfermó, mi mente colapsó, había llegado la hora de parar. 
Tu recuerdo, el mío contigo , el de los dos, sofocaba y al mismo tiempo recargaba toda mi esperanza en él, me acostumbraba a él, vivía con él, comía de él y la idea de soltarlo era como si de desprender un órgano de mi cuerpo se tratara.
Decidí regresar al lugar donde todo comenzó,  y ahí, sin el chantaje del miedo y el soborno de tu recuerdo abrí las manos y poco a poco, paso a paso, te fuiste resbalando.
Hoy me despido, libero tu recuerdo y desde aquí, desde este espacio con el pánico de quedar a la deriva, como barca varada después de navegar entre tanta tempestad, interrumpo el duelo y tu segundero. 
Le lanzo un beso a tu acento y lo dejo partir, te agradezco el orgullo y el texto que rudamente aprendí.
He preparado mis piernas, que ahora son fuertes con muslos de acero para pasearme sin prisa por un nuevo sendero que me espera por ahí.
Que la adrenalina que recorre hoy por mis venas arroje el coraje de comenzar a caminar con suelas nuevas. Me voy con el equipaje lleno de latidos, con el cuello bien ajustado a la cabeza para no voltear hacia atrás. Me voy con mis costuras debajo de mi pecho que no te extraña más, me voy con la marea a navegar por otro mar dejando de sentirme cobarde. Me voy pero sin huir, me voy sin prisa, me voy sin ti.

La razón ha cambiado ahora su nombre por coraje, a ganas de empezar y decidir estar sin ti...

sábado, 26 de octubre de 2013

A ti...

Te escribo a ti, a ti que lo rompes todo con las manos, con las palabras con las suelas de tus ganas, a ti que el diluvio te llevó entre sus ganas y se llevó el deseo, el romance, los versos, las notas y tu abrazo y huyes como si las puertas se cerraran. Te llevaste hasta el ocaso y las mañanas, mis mañanas.
Y te espero, ahí en la madrugada, cuando el silencio grita y me enmudece, entumece, me desarma, me destroza, me pervierte y me convierte.
Te escribo a ti que te fuiste con pedazos de mi entre las manos, entre las piernas y el contorno de tus brazos. Te llevaste mis ganas de escribirte todos mis textos, mi nostalgia.
Sabes a pasado, a besos robados, a siluetas nocturnas,y este cenicero me cuenta el tiempo que pasé pensando en ti.
Y aparece otra cara, otro cuerpo, otra almohada y en todos lados mis manos buscan tu almohada, tu cara y tu cuerpo y sigues sin estar y mis manos sin encontrar algo que se parezca a ti.
Te respiro, te respiro entre la gente, de lunes a domingo y lo malo es estar aquí esperando como si entre tus cajones aparecieran las ganas de regresar pero el silencio se encarga de recordar que no regresas.
Heme ahora aquí con el pecho aprisionado entre las esquinas de un inmenso cuarto y el balcón que grita que te has marchado, con tanta prisa como si arrancaras lo que has sembrado aquí, en mí, junto a mí que ahora quema, lastima, grita, enmudece, desarma, destroza, pervierte y me convierte en este diminuto ser humano.
Te extraño y este "te extraño" no se asemeja ni un cuarto al "te extraño" que todo en mi te está gritando porque este lápiz y estas manos no alcanzan a dibujarlo. Te extraño tanto que hasta duele hablarlo y callo, no te imaginas cuánto callo. Y te quiero aquí junto a mi como si el otoño no hubiera dejado marcado su paso, te quiero aquí en la sala, en el cuarto, en mis zapatos, en el cuadro de dos enamorados, en el susurro del viento, en este río que me arrulla despacio cada vez que el reflejo del sol entra por la ventana de la habitación.
Vuelve, regresa, vuelve, respira a mi costado, deja que ahuyente el miedo que es por el que te has marchado apresurado. Yo no soy ni la mitad de tu pasado. Yo soy el refugio de tus brazos, de tus besos, soy tu descanso, soy la que cosecharía risas de tus labios.
Pero es tan tarde y nos separa tanta distancia que este texto se pierde en el trayecto, antes de que llegue a tu mirada y yo me desvanezco entre las palabras.
Ahora hay un espacio perdido en el sofá que te espera mientras mis piernas se van y en las noches al regresar lo siguen encontrando como siempre, esperando.

Te pierdo, me pierdo y el espacio se pierde esperando...